miércoles, 18 de septiembre de 2013

Antiguo Paradigma Vs. Nuevo Paradigma (Guía del Buscador)



  • En el Antiguo Paradigma existía la conciencia de que había que “ganarse la vida”, la Vida era dura y había que luchar por ella, por encontrar un hueco donde encajar dentro de la sociedad. En el Nuevo Paradigma la Vida no hay que ganársela, ya que nos pertenece por derecho propio, tan sólo tenemos que coger lo que es nuestro, lo que deseamos o necesitamos, con una sola condición: el respeto por uno mismo, por el resto de la humanidad y por el planeta, junto con todo lo que crece sobre él.
  • En el Antiguo Paradigma se hablaba de lo bueno y de lo malo, de lo que estaba bien y de lo que estaba mal, condicionando de esa manera cada uno de nuestros actos, pensamientos o emociones. En el Nuevo Paradigma no existe lo bueno ni lo malo, lo correcto o incorrecto, tan sólo se tiene en cuenta el equilibrio y el desequilibrio, la armonía y la desarmonía; la Vida busca el equilibrio, así que siempre tenderá a ajustar nuestros excesos y defectos, sean éstos del orden que sea y a pesar nuestra, nos guste o no nos guste. En nuestras manos está el hacer que esta armonización se efectúe de la manera más natural posible, sin luchas ni conflictos, externos o internos.
  • En el Antiguo Paradigma nuestra vida estaba condicionada por multitud de circunstancias ajenas a nosotros: familia, educación, lugar de nacimiento, políticos, profesores, vecinos, etc. con lo que siempre teníamos alguien, o algo, a lo que culpar por nuestras desgracias o penalidades. En el Nuevo Paradigma la responsabilidad (que no la culpa) de todo lo que nos acontece en la vida es enteramente nuestra; lo pasado, pasado está, ya somos mayorcitos como para tomar las riendas de nuestra propia existencia y aceptar nuestra responsabilidad por completo, independientemente de lo que hicieran con nosotros en otros tiempos, ya sea en esta vida o en otras.
  • En el Antiguo Paradigma nos educaban desde la escasez y la desconfianza; había que ahorrar para el día de mañana, no podíamos fiarnos de nada ni de nadie, la Vida estaba en contra nuestra, tan sólo debíamos confiar en aquellos que se autoerigían como protectores nuestros. En el Nuevo Paradigma educamos a nuestros hijos desde la base de la confianza; la Vida fluye a nuestro favor, tan sólo tenemos que aprender a fluir con Ella y nunca nos faltará nada que necesitemos.
  • En el Antiguo Paradigma necesitábamos unirnos en asociaciones, partidos políticos, iglesias, comunidades, etc.; una persona sola, independiente, era débil, vulnerable, no tenía nada que hacer. En el Nuevo Paradigma somos conscientes de nuestro propio poder como individuos y del lazo permanente que nos une con todo y con todos; las relaciones con nuestros semejantes son temporales, en base a necesidades comunes para cada momento y situación, sin perder nunca nuestra propia individualidad, evitando proselitismos, devociones y demás prácticas por las que otorguemos nuestro poder a otras personas o entidades.
  • En el Antiguo Paradigma se consideraban “artistas” a aquellas pocas personas capaces de desarrollar su creatividad abiertamente; eran personas dotadas con dones o habilidades especiales, fuera de lo común. En el Nuevo Paradigma todos somos artistas, todos somos creadores, todos poseemos capacidades especiales que nos permiten crear en el momento en que nos conectamos con nuestra Fuente interna de inspiración.
  • En el Antiguo Paradigma teníamos creencias basadas en dogmas de fe, ideas surgidas de otras mentes que nos habían sido impuestas desde nuestra infancia o, más adelante, a partir de nuestro propio aprendizaje, condicionado por ideas extraídas de personas ajenas a nosotros a los que considerábamos “maestros”, gurús, gente de confianza, etc., que nos convencían de una manera o de otra, con razonamiento o sin él, con discernimiento o sin él. En el Nuevo Paradigma ya no se tienen creencias, sino certezas, basadas en la resonancia vibratoria que dichas ideas puedan tener, o no, con nuestra frecuencia de vibración, con nuestra conciencia en determinado momento. Estas certezas pueden cambiar, y de hecho deben hacerlo, conforme esa frecuencia vaya cambiando, evolucionando.
  • En el Antiguo Paradigma el ser humano aprendía a través de la ley del Karma o, lo que es lo mismo, “a base de palos”; las consecuencias de nuestros actos se alejaban tanto en el tiempo de los mismos, que apenas podíamos relacionar las unas con lo otros, dificultando así en gran medida el aprendizaje. En el Nuevo Paradigma el aprendizaje es mucho más rápido, prácticamente sobre la marcha; el Karma ya apenas tiene sentido, liberándonos por fin de las cadenas opresoras del pasado. Esta es una consecuencia más de nuestra toma de responsabilidad total.
  • En el Antiguo Paradigma se creía en la necesidad de tener una seguridad financiera, un trabajo bien remunerado, un empleo fijo, etc., en lo cual gastábamos la mayor parte de nuestra energía. En el Nuevo Paradigma tenemos la confianza de que el Universo provee, y cada cual tiene la libertad de poder dedicarse a lo que realmente le satisface plenamente, para su bien propio y para el bien de toda la comunidad. Cada ser humano tiene un propósito particular, y es en este propósito donde únicamente puede desarrollar por completo la totalidad de su potencial creativo; con ello, todos ganamos y la energía malgastada es mínima.
  • En el Antiguo Paradigma se tenía la conciencia de que en el Mundo pasan cosas, independientemente de uno mismo, con lo cual cada individuo poco podía hacer por mejorarlo. En el Nuevo Paradigma sabemos que tan sólo suceden cosas en nuestro mundo particular, por tanto cada ser humano se esforzará por crearse un mundo amigable y beneficioso para él, y de esa manera cada mundo particular se verá beneficiado por el de sus semejantes más cercanos.
  • En el Antiguo Paradigma se buscaba la Iluminación, un estado de total claridad y comprensión de todo lo que acontece, que nos situaría en una posición privilegiada ante el resto de semejantes. En el Nuevo Paradigma cada ser humano brilla con Luz propia, no existe la necesidad de ninguna búsqueda ya que poseemos todo lo que necesitamos para desarrollarnos plenamente; nadie es, ni será nunca, mejor que nadie.
  • En el Antiguo Paradigma la mente prevalecía sobre el corazón, obviándose casi por completo el poder de la intuición, la capacidad creativa y el empuje apasionado de las emociones positivas. En el Nuevo Paradigma mente y corazón van de la mano, proporcionando a cada individuo todo el potencial que éste es capaz de desarrollar.