viernes, 25 de junio de 2010

¿La verdad?


Se acabó, ya está bien, basta ya de sandeces y medias palabras, no puedo más, tengo que decirlo o reviento: ¡Esta vida es una puta mierda! Vale ya con eso de que la felicidad está en nuestro interior o con aquello de que debemos encontrar nuestro propio camino; ¡estupideces! Despierten de una puñetera vez y miren a su alrededor (pero pónganse de puntillas por lo menos, si quieren ver algo, joder, hagan un esfuerzo), y no me vengan con eso de que tampoco está tan mal, que hay que tomarse las cosas con paciencia y serenidad, que el tiempo lo cura todo y a todos pone en su sitio, y demás gilipolleces por el estilo; dejen de mirarse el ombligo propio, no estoy hablando de hipotecas, violencia escolar, partidos políticos, crisis económicas ni calentamientos globales, no, estoy hablando de la Vida con mayúsculas, esa vida que a todos nos envuelve, nos limita y nos condena, queramos o no, nos guste o no.

Todos sabemos que de nada sirve decirle a una persona nerviosa que se tranquilice, o aconsejarle a un cobarde que sea valiente, ni a un tímido que se muestre arrojado; perdemos el tiempo cuando intentamos concienciar a un egoísta para que sea solidario, o cuando exhortamos a un violento a la paz; es inútil prevenir a los jóvenes de los riesgos, absurdo enojarse con un enfermo por no haberse cuidado mejor, un disparate intentar que unos padres maleducados eduquen o una ingenuidad esperar algo del que nada tiene, o quiere ofrecer. Dale un libro a un ignorante consentido y lo echará al fuego para calentarse, una cruz a un ateo y te la clavará en la espalda, una paloma blanca a un militar y con ella hará un puchero; ofrécele un buen consejo a un necio y no parará hasta verte humillado, rebájate ante un engreído y terminará de hundirte, sé paciente con un insensato y te hará perder el valioso tiempo.

Abramos los ojos de una vez, la Vida es lo que es, podemos maquillarla de mil colores, decorarla como mejor nos parezca, endulzarla con bellos poemas y alegres canciones, tergiversarla por medio del flexible lenguaje, pero nada de eso aliviará el sufrimiento del que sufre, la agonía del moribundo ni la ansiedad del depresivo. Aunque eso sí, servirá para llenar nuestro siempre hambriento ego de insulsas palabras, como esperanza, ilusión, seguridad, amor, felicidad...

Mientras, miles de personas continuarán naciendo cada día con la esperanza de vida de unas cuantas horas, o de unos pocos años de angustioso dolor, por el mero hecho de haber nacido en el lugar equivocado (auque hay tantos lugares equivocados...). Cientos de mujeres y niñas seguirán siendo perseguidas, maltratadas, violadas y asesinadas, debido a que en muchos sitios sale barato hacerlo y en otros a nadie le importa. A otras, en países no muy remotos, las obligarán a comer de un caldero hirviente donde previamente se han echado fetos humanos extirpados de sus madres cuando aún vivían, algunas de ellas parientes cercanos, además de excrementos, piedras, tierra y manos y pies sangrantes cortados de otros menos afortunados (o más. No exagero, este cruel episodio lo oí horrorizado por la caja tonta no hace mucho contado con una entereza que asusta por una joven de raza negra, qué raro, que lo había sufrido en sus carnes. Y no fue algo casual, por lo visto es una práctica habitual entre algunos grupos guerrilleros del continente vecino). Los mismos de siempre aumentarán sus considerables fortunas vendiendo al postor más rentable armas, drogas, medicamentos, personas, petróleo, joyas o basura, la mercancía es lo de menos mientras alguien pague por ella, y, por supuesto, siempre que haya alguien dispuesto a pagar por algo, habrá otro dispuesto a venderlo. Los gobiernos seguirán aumentando sus presupuestos para futuras congestionadas cárceles, aunque esto no se notifique por los medios de comunicación, nada que ver con la bomba y la fiesta que se le da a la colocación de una primera piedra de un hospital o un colegio, aunque a veces se convierta también en la última, pero claro, a nadie le gusta tener una cárcel cerca como para andar anunciándolo encima, bueno... a los familiares de los terroristas sí que les gusta, siempre hay excepciones. Los ejércitos continuarán malgastando los necesarios recursos que con tanto esfuerzo y sacrificio la población extrae de las entrañas de la cada vez más mermada tierra. Los estados más influyentes nunca se cansarán de negociar la paz por la puerta principal mientras por la de atrás venden las armas para la guerra (o incluso no tan atrás, ya ni las apariencias importan). Miles de niños seguirán siendo explotados salvajemente para que aquí, en el primer mundo, podamos seguir disfrutando de nuestros imprescindibles placeres terrenales y estrenando con orgullo ropa nueva cada mes.

Y usted y yo proseguiremos jugando al videojuego de la vida, atontados ante el espectáculo que los poderosos montan en sus altares y escenarios, preocupados por una ridícula hipoteca o un trabajo aburrido, “Es que este trabajo no me llena...” ¡Desgraciado! pues cómete dieciocho hamburguesas a ver si eso te llena y revientas.

Para colmo hemos tenido la mala pata de vivir en un período de tiempo evolutivo intermedio..., bueno, pensándolo bien todos lo son, pero este es aún más puñetero si cabe, ya que nos vemos encerrados de por vida en un cuerpo preparado para correr, saltar, escalar, nadar, perseguir bestias, lanzar piedras, etc, cuando ni tú, permíteme que te tutee, total ya nos conocemos, para cuatro lectores que me soportan..., como decía, cuando ni tú ni yo necesitamos hacer nada de eso, ni otros tantos miles de personas como nosotros, cuya única necesidad es andar un poco entre medio de transporte y medio de transporte y unas buenas posaderas que los soporten mientras se apoltronan frente al televisor, el PC o en algunas de las muchas aulas y oficinas donde se ubican la inmensa mayoría del personal a partir de los tres años de edad en los países desarrollados (que son los que importan). Pero no, teníamos que nacer en este época, obligándonos a hacer ejercicio constantemente, dietas, regímenes, visitas a médicos de todo tipo,... si no esperen a sobrepasar los cuarenta. Ya lo dijo alguien muy listo, el ser humano está concebido para vivir hasta los cuarenta años, hasta ahí es fácil hacerlo, por muchas perrerías que se le hagan al cuerpo, pero, a partir de los cuarenta, la salud hay que currársela, señores, no se duerman, o pasarán a engrosar la cada vez más abultada lista de pacientes eternos hasta convertirse en muertos vivientes cuya única preocupación será qué especialista me toca ahora ver o quién me llevará al hospital la próxima vez.

Pero no se acongojen, ni ustedes ni yo tenemos la culpa de todo esto, es la Vida, que es así, y bien poco podemos hacer por remediarlo. No pretendo crear sentimientos de culpabilidad ni despertar conciencias aletargadas, a estas alturas, bastante tenemos ya con la lata que nos dan los políticos de turno con sus inacabables ansias de protagonismo y su inalterable afán de manipulación. Yo, desde luego, ya me he cansado de coger el atestado y maloliente autobús en vez de mi contaminante coche, o de lavarme las manos con un hilillo de agua que apenas me las moja; estoy harto de andar continuamente preocupado por el futuro, por los jóvenes, por la educación, por las playas, por los ancianos, por la capa de ozono, por los mares y océanos, por la economía, por la seguridad laboral, por los emigrantes, por la vivienda, por los bosques, por los pantanos, por las especies en extinción y por todo aquello que quieran hacernos creer que corre serio peligro de desaparición o destrucción y que además es de vital importancia para la supervivencia del ser humano. Táchenme de inhumano o de pasota si quieren, pero debo confesar que me importa un bledo que las mujeres aborten (favor que le hacen al ya abarrotado planeta), que los homosexuales contraigan matrimonio (o como quieran llamarlo), que los amargados o los moribundos decidan acabar de una vez con su sufrimiento, que los nacionalistas construyan fronteras o que los políticos sean promiscuos. Estoy cansado de que otros pretendan decidir por mí qué debo comer, cómo debo vestir, a quiénes debo votar, cuándo debo adornar mi casa o sembrar un árbol, cuántas copas de vino tengo que tomarme o cuánto y cómo debo caminar, qué piezas de fruta debo comerme, qué programas de televisión deben gustarme, o cuales no, en qué o quiénes debo creer, cuándo y cómo debo celebrar algo, dónde debo ir de viaje, cuántas veces debo de hacer el amor, qué aparatos electrónicos me son indispensables para vivir... y para colmo debo oír que lo hacen porque se preocupan por mí, cuando la realidad es que nadie se preocupa por mí, sólo yo, cuando me dejan. No puedo dejar de recordar el célebre episodio de Diógenes el cínico y el gran Alejandro Magno, cuando éste le preguntó que qué podía hacer por él y el filósofo griego le contestó que podía apartarse para no quitarle la luz del sol; sublime. Pues lo mismo grito yo a los cuatro vientos: ¡Déjenme vivir en paz! No soporto ni un minuto más las infantiles riñas de patio de colegio de nuestros políticos en busca de una poco disimulada intención de manipularlo todo, con el único propósito de justificar sus inamovibles cargos. No quiero que me digan lo que es blanco o lo que es negro, quiero que me dejen mirarlo a mí para poder decidir por mi cuenta. Creo que tampoco pido tanto.

Espero que sepan disculpar este arrebato de sinceridad y no sean muy duros conmigo, pero es que necesitaba desahogarme de alguna manera y les ha tocado a ustedes aguantar el chaparrón. Si he desilusionado a alguien, espero que recuerde que sólo soy un ser cambiante, como todo en el Universo, y que ahora no soy el mismo que fui ayer, ni mañana seré el que soy hoy; tengan esperanza, quizá mañana pueda volver a entusiasmarles (si es que alguna vez lo hice). Les aconsejo que no me hagan mucho caso, es lo único que me atrevo a pedirles y, después, hagan lo que reverendamente les venga en gana. Lo que es yo, de momento no puedo ofrecerles otra cosa, lo siento; aunque, si les sirve de consuelo, nunca dejaré de pensar que la Vida siempre merecerá la pena ser vivida con intensidad, ya que es un regalo que alguien nos hizo un día desinteresadamente, sin pedir ni esperar nada a cambio, y sólo por eso, en agradecimiento, nuestro deber es vivirla con ilusión, esperanza, buenos sentimientos y mucho corazón. Espero que nadie me malinterprete, aunque si lo hacen, allá ustedes.

Que tengan un buen día.




viernes, 18 de junio de 2010

Enfado


Pues sí, hoy me he levantado enfadado, ¡muy enfadado! Enfadado con esta mierda de sociedad de consumo capitalista y corrupta hasta la médula en que nos ha tocado vivir, capaz de humillar y de pisotear incluso al más indefenso de todos los seres humanos, esta sociedad asquerosa que entre todos estamos creando, aunque algunos colaboran más que otros, esta sociedad que hace que me sienta impotente del todo ante tanta injusticia, ante tanta barbarie sin sentido, estoy muy cabreado porque sé que podemos hacerla temblar, pero temblar de verdad, desde los cimientos, y no desde arriba, como suele suceder normalmente, cayendo a plomo y aplastando a los de siempre, a los desamparados, a los indefensos, a los que la sustentan, y volviéndose a levantar de nuevo sobre los mismos cimientos que van quedando y sobre los escombros del anterior edificio, más sólido y consistente si cabe, no, no, esto no es lo que yo quiero, porque esto ya me lo conozco, ya sé donde acaba, de vuelta al principio, a donde mismo, yo quiero derribarlo desde abajo, para poder empezar de cero, porque es la única manera... la única, porque somos nosotros sus cimientos, nosotros, panaderos, albañiles, electricistas, empleados de comercios, funcionarios, fontaneros, jardineros, agricultores, ganaderos, jubilados, amas de casa,... nosotros, pobres trabajadores de a pie, los que cargamos sobre nuestras maltrechas espaldas todo el peso de este putrefacto edificio que se hace llamar sociedad, sólo necesitamos unir nuestras fuerzas, proponérnoslo seriamente, querer hacerlo, decir basta ya, trátenme con dignidad, soy un ser humano, como vosotros, tengo derechos, no soy un cobaya con el que experimentar, con el que jugar a ser dioses, no podemos seguir permitiendo que la sanidad pública siga creando enfermos crónicos, dependientes de miles y miles de medicamentos de por vida, tan sólo para enriquecer a unos cuantos seres inhumanos y malnacidos, no podemos continuar dejándonos seducir tontamente por ofertas absurdas de artefactos que sólo terminarán haciéndonos la vida más complicada y convirtiéndonos en más esclavos de lo que ya éramos, por favor, no lo consientan, despierten, abran los ojos, hay alternativas más baratas, más sanas y, sobretodo, más eficientes, aléjense de las multinacionales, de las televisiones, de los periódicos oficiales, u oficiosos, de los bancos, de las agencias de seguros, de los grandes centros comerciales,... ellos son el enemigo, ellos son el sistema, ellos no piensan en nadie, sólo en el vil capital... sólo en eso, y nada más, no se dejen engañar, ya hemos sufrido bastante, ya nos han manipulado lo suficiente, basta ya, basta de incidir con tanta saña en los cerebros de nuestros hijos, basta de hipotecarles la vida con un cuerpo débil y enfermizo y una mente trastornada y neurótica, que nos dejen decidir por nosotros mismos, es lo único que pido, lo único que deseo, pero no puedo solo... no puedo, ¿tanto es desear morir dignamente? ¿tanto es pedir gobernar en nuestro propio cuerpo y en nuestra propia mente? ¿tanto es querer ser libre sin dañar a nada ni a nadie? Ya no aguanto más, si callo reviento, sé que todo esto es inútil... todo inútil.

Ya no molesto más.



Hoy más que nunca pienso que Existir es Resistir, mañana.... ya veremos.




viernes, 11 de junio de 2010

Un lugar en el Mundo


Existe un lugar en el mundo donde no se conocen el odio, el rencor, la envidia, los prejuicios, las injusticias, la tiranía, la violencia ni la ira.

Existe un lugar en el mundo en el que nadie intenta manipularte impunemente, haciendo de tu voluntad un mero juguete en sus manos.

Existe un lugar en el mundo en el que no es necesario utilizar máscaras. Un lugar donde se puede ir con la verdad por delante sin miedo a ser apartado, incomprendido o rechazado.

Existe un lugar en el mundo donde el silencio no es incomodo; donde no son necesarias las traicioneras palabras para expresar sentimientos o ideas.

Existe un lugar en el mundo libre de lujuriosos pensamientos y de ridículas tentaciones. Un lugar apartado del perturbador ruido de las masas enfervorecidas que alientan los más bajos instintos animales.

Existe un lugar en el mundo en el que amar es lo natural, la compasión es innata y la solidaridad, impuesta por ley.

Existe un lugar en el mundo que está más allá de los sueños, lejos de todo lo imaginable, lindando con el infinito cielo y a la derecha del paraíso.

Existe un lugar en el mundo que no precisa de gobiernos ni de gobernantes, de jefes ni de súbditos, de discípulos ni maestros, de banderas ni de abanderados.

Existe un lugar en el mundo en el que cada cual es libre de hacer con su vida lo que le dé la gana; en el que nadie se atreverá a conducir tus pasos por otro sendero que no sea el que tú has elegido.

Existe un lugar en el mundo en el que siempre llueve a gusto de todos. Un lugar donde el sufrimiento y el dolor pueden ser detenidos con sólo una orden.

Existe un lugar en el mundo donde las apariencias están constantemente guardadas; donde cada cual es lo que muestra y lo que ves es lo que hay.

Existe un lugar en el mundo imposible de ser invadido, ya que a nadie se le niega nada y todo el mundo es bien recibido.



Este lugar está más cerca de lo que crees. Este lugar está en tu interior; para acceder a él tan sólo tienes que lanzarte sin paracaídas al abismo de tu mente y zabullirte sin oxigeno en el océano de la conciencia. Si logras traspasar estas dos barreras infranqueables para el común de los mortales, tu recompensa será la dicha eterna, la paz perpetua y la completa desaparición de los dos grandes enemigos: el miedo y la soledad. Una vez allí, y sólo allí, podrás decir que eres verdaderamente libre.

Allí nos veremos.


viernes, 4 de junio de 2010

Incorrecciones

Hoy no me apetece ser nada correcto.

Mi vida sigue igual de maravillosa que siempre, equilibrada, tranquila y repleta de paz y felicidad. No me ocurre nada malo, sigo siendo el mismo de siempre, o sea, diferente al de ayer y al de mañana. No estoy cabreado con nada ni con nadie; no me siento asustado ni amenazado. No más ni menos que cualquier otro día.

Pero hoy no me da la gana de sentir que el peso del mundo recae sobre mis maltrechas espaldas.

Hoy no quiero ser yo quien se pudra en el infierno; porque yo no le he hecho daño a nadie, al menos conscientemente.

Hoy exijo que se consuman en el más profundo y oscuro de los abismos todos aquellos que se lo merezcan de verdad; todos aquellos que nos hacen sufrir y que no sufren con el dolor ajeno.

Hoy quiero que se conviertan en ceniza todos los necios, los delincuentes, criminales, maltratadores, pederastas, especuladores, mafiosos, corruptos, insensatos, violadores, asesinos, mentirosos, hipócritas, pervertidos....

En definitiva, todos aquellos que no permiten que los demás podamos vivir en paz, aquellos que rompen cada día la armonía y el equilibrio del espacio-tiempo con sus actividades, palabras, conjuras, omisiones o, simplemente, con su pasar por la vida.

Hoy no siento compasión por ninguno de ellos, tampoco odio.

Tan sólo me gustaría que no existiesen, que desapareciesen inmediatamente de este universo, que se consumiesen.

Me trae sin cuidado que lo hagan dando alaridos endemoniados de dolor o, sencillamente, pasando desapercibido su trance al Más Allá.

No quiero saber a dónde irán a parar sus malditas almas.

No deseo saber nada más de ellos.

Sólo quiero que desaparezcan.

Porque hoy siento que la compasión y la piedad sólo sirven para que estos seres podridos se crezcan y piensen que pueden actuar impunemente ante los débiles, ante los mansos.

Hoy creo que nuestros buenos deseos para todo el mundo son el alimento de los malvados, el pan con el que desayunan cada día, para después reírse abiertamente de todos nosotros, de nuestro buen corazón... de nuestra estúpida compasión.

Nuestra ingenuidad hace que cada día aumente el número de criminales, que por día la crueldad se haga más fuerte y poderosa.

Con nuestra mojigatería sólo estamos consiguiendo que el mundo sea más peligroso, más inhabitable y más oscuro.

Mientras algunos pensamos en dioses, misterios, magia, duendes y nomos, otros destruyen todo lo que conocemos, todo por lo que merece la pena vivir.

Y hoy no me da la gana de permitir eso. No quiero consentir que se rían más de mí, que destruyan mi mundo.

Sólo por hoy me gustaría olvidarme de todos los que sufren para encargarme de una vez por todas de los que hacen sufrir.

Hoy me saltaría a la torera todas las leyes humanas y divinas para terminar con esta lacra de la humanidad, sin importarme las consecuencias.

Siento mucho si estoy hablando de tu vecino o del mío, de tu padre o del mío; lo siento mucho, pero tampoco ellos se librarían de mi golpe mortal.

Hoy pienso que existen buenos y malos... y que los malos no deberían existir. Si por mí fuese, acabaría ahora mismo con todos ellos... hoy, antes de que me arrepienta.

Es lo que pienso hoy.

Mañana.... ya veremos.