viernes, 26 de marzo de 2010

Diferencias entre un líder y un presidente



1. El líder nace. El presidente ni tan siquiera se hace.

2. El líder lo será mientras así lo requiera su pueblo. El presidente tiene fecha de caducidad.

3. El líder necesita carisma para serlo. El presidente, votos.

4. Al líder sólo lo mueven intereses de supervivencia. El presidente, si no cobra un buen dinero, dirá: “que gobierne otro”.

5. El líder permanecerá al frente de su pueblo mientras tenga una causa por la que estar ahí. El presidente, en cambio, ya se encargará de sacarse causas de la manga para parecer necesario.

6. El líder es siempre el más sabio y capaz entre toda su gente. El presidente es sólo uno más, y a veces ni eso.

7. El líder está al servicio de su pueblo. En el caso del presidente, es el pueblo el que está a su merced.

8. El líder no elige serlo, es su naturaleza la que lo destina a tal fin. El presidente es capaz de hacer lo que sea para ser el más votado, incluso mentir, exagerar, tergiversar, calumniar, etc.

9. El líder debe demostrar su capacidad de liderazgo antes de ser elegido como tal. Al presidente se le exige una vez que ya ha sido elegido.

10. Al líder nadie se le opone, porque todos saben que el pueblo está con él. El presidente tiene que enfrentarse continuamente a una dura oposición, ya que su pueblo siempre está dividido.

11. Un líder será siempre un líder, aunque no tenga el poder. Un presidente sin poder no es nadie.

12. Un líder no necesita prosélitos ni acólitos, todo su pueblo le rinde pleitesía. El presidente, por el contrario, no será nadie sin su cohorte de súbditos interesados; ni tan siquiera será capaz de pronunciar unas palabras sin que alguien se las escriba con anterioridad.

13. El líder escucha la voz de su pueblo, sin esconderse tras de nadie. El presidente sólo atiende a sus consejeros y allegados.

14. El líder no necesita hablar al pueblo, ya que todos le conocen. El presidente puede ser un completo desconocido, de ahí que necesite darse a conocer arengando a las masas.

15. Al líder sólo le preocupa el futuro de su gente. La primera prioridad de un presidente será siempre su próxima candidatura.

16. El líder tendrá siempre su propia vida, al margen del poder. El presidente ejercerá de gobernante las veinticuatro horas, para guardar las apariencias.

17. El líder alterará lo menos posible la vida de sus conciudadanos, pasando desapercibido siempre que pueda. El presidente debe hacerse notar en todo momento, para así justificar su elección.

18. El líder sólo hará acto de presencia cuando así lo requiera la situación. Al presidente lo tendremos hasta en la sopa.

19. El líder escucha las quejas de su gente, y si no puede satisfacerlas, cede su lugar a otro más capacitado. El presidente, una vez elegido, elude en lo posible escuchar quejas y reclamaciones y, por supuesto, jamás renunciará a su cargo.

20. Un líder siempre persigue un fin determinado, en tiempos de guerra: la victoria de su pueblo; durante la paz: estabilidad y prosperidad. Al presidente sólo le preocupa el quedar bien ante los demás.

21. Los líderes cambian conforme cambia la situación del país: cuando haya que luchar, el líder será el guerrero más fuerte y valeroso; si se necesita prosperar, será el más hábil e intransigente de los negociadores; en tiempos de paz y bienestar, se escogerá como líder al más sabio de los filósofos. Al presidente se le elige sin tener en cuenta la situación del país y las capacidades de éste para hacer frente a la mencionada situación, y, como ya se ha dicho, el presidente jamás admitirá su inaptitud frente a determinadas circunstancias.


 
Conclusión:

Un buen equipo de gobierno no debe de ser ni de izquierda ni de derecha, por el contrario, debe actuar conforme la situación lo requiera. Por ejemplo, en épocas de crisis, los dirigentes deberían hacer una política de derechas, dura e inflexible, necesaria para sacar a flote al país. En cambio, si la situación es de prosperidad y desarrollo, la administración tendría que ser más bien de izquierdas, promulgando una política social y populista donde se mantuviese a casi todo el mundo contento. Es decir, si las arcas públicas están repletas, lo normal sería repartir entre los más necesitados, pero si no es así, habrá que hacer caja con pocos miramientos para preservar el futuro de la nación, le duela a quien le duela.



Por consiguiente:

Desde este aislado rincón del ciberespacio confieso públicamente que no volveré a votar en unas elecciones hasta que no identifique entre algunos de los candidatos a un verdadero líder (cosa bastante difícil, por no decir imposible). Prometo que seguiré ejerciendo mi legítimo derecho a la abstención (ya que es lo que más les fastidia a todos los políticos por igual) mientras no aparezca un candidato que sea capaz de admitir un error propio (o de su partido) o un acierto del contrario, que no se dedique casi exclusivamente a insultar y calumniar a los oponentes, o que no se oponga a todo lo que propongan el resto de partidos.

Sé que muchos me reprocharán esta actitud aparentemente pasiva, pero, sinceramente, creo que es la más provechosa de todas; cuando se hace el escrutinio, siempre se hace hincapié en el porcentaje de abstenciones, nunca en el del voto en blanco, que, por otro lado, sólo sirve para beneficiar al que obtiene la mayoría; la mala prensa que se le da a la abstención viene precisamente de aquellos a los que menos les interesa que se produzca, es decir, de los políticos; si no estamos conformes con ninguno de ellos, lo mejor es atacarles dónde más les duele. Por otro lado, me comprometo públicamente a votar sin ningún miramiento al aspirante que muestre algunas de las características expuestas, sea de la ideología que sea su partido.

Me temo que permaneceré mucho tiempo sin visitar las urnas.




viernes, 19 de marzo de 2010

Diferencias entre un profesor y un maestro


1. Un profesor sustenta su saber sobre un título académico; un maestro lo hace sobre toda una vida de experiencias y aprendizaje.

2. Un profesor enseña el contenido de una materia; un maestro enseña todo lo que sabe.

3. Un profesor fue antes un alumno; un maestro fue un discípulo.

4. Un profesor enseña conocimientos, necesarios o no, para vivir; un maestro enseña a vivir.

5. A un profesor nadie le discute sus afirmaciones; un maestro está siempre abierto a la sana discusión.

6. Un profesor no suele conocer a sus alumnos; un maestro no admite a un discípulo sin antes conocerlo.

7. A un profesor le imponen la materia a enseñar; un maestro sólo enseña su saber.

8. Un profesor evalúa a sus alumnos por escrito; un maestro lo hace con la mirada.

9. Un profesor muestra unos conocimientos generales; un maestro abre todo un camino a sus discípulos.

10. Un profesor necesita encontrar un colegio donde impartir sus clases; un maestro es buscado por sus discípulos.

11. Un profesor cambia de materia según la legislación vigente; un maestro cambia según su experiencia vital.

12. Un profesor puede ser joven; un maestro, nunca (sería una contradicción).

13. Un profesor nunca se equivoca: si está escrito en el libro es que es así; un maestro basa su sabiduría en los errores cometidos en el pasado y en los que aún están por cometer.

14. Un profesor sólo será respetado si la ley de turno lo permite; un maestro infunde respeto en todo momento, incluso a los que no le conocen.

15. A un profesor también le imponen los alumnos; un maestro tiene el privilegio de seleccionar a sus discípulos.

16. Un profesor abandona a sus alumnos cuando la ley de turno se lo exige; un maestro sólo los deja cuando él cree que ya no es necesaria su presencia.

17. A un profesor le estipulan el tiempo que debe pasar con sus alumnos cada jornada; un maestro vive para sus discípulos, y éstos para él, las veinticuatro horas del día.

18. El profesor enseña, los padres educan, el gobierno propugna las leyes; el maestro lo es todo para el discípulo, está por encima de todos.

19. El profesor castiga al desobediente; el maestro aprovecha el error del discípulo para darle una lección.

20. El profesor enseña con el libro por delante; el maestro lo hace con el ejemplo.

21. Un profesor impone conocimientos; un maestro, los propone.

22. Un profesor adoctrina a sus alumnos en la corriente actual; un maestro enseña a sus discípulos a pensar y, por tanto, a crear su propia corriente.

23. En definitiva, un maestro es siempre un pozo de sabiduría, mientras que un profesor puede ser un completo idiota.


Posdata: Cualquier profesor puede convertirse en maestro si él (o ella) lo desea y tiene actitudes, de hecho, algunos lo son (aunque, por desgracia, muy pocos).



viernes, 12 de marzo de 2010

Diferencias entre un soldado y un guerrero


1. Un soldado es un mercenario, vive por y para la guerra, ésta es su único sustento y, a menudo, no sabe ni por qué lucha; un guerrero sólo combate por una causa (justa para él) nunca cobra por ello y, una  vez terminada la lucha, vuelve a sus quehaceres.


2. Un soldado dispara contra quien le ordenen, sin cuestionarse nada; un guerrero sólo lucha contra el auténtico enemigo.

3. Un soldado va a la guerra a trabajar; un guerrero acude al combate a sobrevivir.

4. Un soldado teme a la muerte, por eso es imprudente; un guerrero sólo teme al miedo, por ello es sabio.

5. Un soldado desconoce al enemigo, de ahí su indiferencia y crueldad; un guerrero sabe siempre a quien tiene enfrente, por eso lo respeta.

6. Un soldado actúa bajo órdenes de personas que ni tan siquiera conoce; un guerrero sólo obedece a su razón.

7. Los soldados son los que comienzan las guerras; los guerreros las acaban.

8. La vida de un soldado no tiene fundamento sin una guerra; el guerrero vive para la paz.

9. Un soldado tiene compañeros; un guerrero, amigos.

10. Un soldado necesita un arsenal; un guerrero se basta con su instinto.

11. Un soldado utiliza siempre el poder de sus armas contra el enemigo; un guerrero intenta primero vencer al adversario con el poder de la razón.

12. Un soldado primero dispara y después pregunta; un guerrero nunca ataca primero.

13. Un soldado no sabe vivir en paz; el guerrero odia la guerra.

14. Un soldado invade; un guerrero lucha contra la invasión.

15. Un soldado vive, e incluso duerme, con el arma en la mano, siempre dispuesta para disparar; un guerrero, antes de mostrar sus armas, escucha, mira, olfatea, piensa y, sólo en caso necesario, saca sus armas.

16. Los mandos superiores de un ejército regular nunca combaten, ni le ven el rostro al enemigo, ni tan siquiera tienen por qué ser valientes ni inteligentes; un líder guerrero es el más sabio, fuerte y valeroso de todos los suyos y será siempre el primero en correr hacia su adversario.

17. Los soldados emplean términos confusos como: “daño colateral”, “fuego cruzado”, “víctimas civiles”, “acción ofensiva”, etc. Un guerrero llama a cada cosa por su nombre; él sólo entiende de amigos y enemigos, víctimas y verdugos, muertos y vivos.

18. Un soldado sólo busca la victoria en la batalla, a cualquier precio; un guerrero busca la paz, pero nunca perderá por ella ni su dignidad ni su libertad.

19. Un soldado no tiene por qué respetar a su superior, sólo obedecerlo; para un guerrero, su líder es como un dios, y lo seguiría hasta el infierno.

20. La virtud más preciada en un soldado es la sumisión; un guerrero dejaría de serlo en el mismo instante que se mostrase sumiso.

21. A un soldado le infunden todo el odio posible hacia el enemigo, creyendo que así será más eficiente; un guerrero es consciente de que no se puede entablar un combate con el espíritu impregnado de ira.

22. Un soldado ejercita sus músculos antes de la batalla, y memoriza la estrategia a seguir que le han enseñado; un guerrero, por el contrario, se relaja, reflexiona, medita y charla con sus amigos.

23. Para un soldado, una derrota es un fracaso; para un guerrero, una nueva oportunidad.

24. Al soldado, lo único que le importa del enemigo, es su posición y su potencia militar; al guerrero, sólo le interesan sus motivaciones y su lealtad a la causa.

25. A un soldado, lo que más le preocupa de la lucha es que lo maten; un guerrero empieza un combate dándose por muerto, por ello, no le preocupa lo más mínimo este trance de su existencia, y lucha con la mente en calma.

26. Un soldado tuvo una vez uno o varios instructores, que le adiestraron en el uso de las armas, a refugiarse en caso de ataque, a utilizar la radio y el resto del equipo, a lanzarse en paracaídas, etc.; un guerrero tuvo uno o varios maestros que le enseñaron el arte de la guerra y del buen combate.

27. En definitiva, un guerrero tiene siempre presente las cuatro virtudes sagradas: la justicia, la prudencia, la fortaleza y la templanza. A un soldado nadie se las ha enseñado, ya que éstas van en contra de su cometido.



Posdata: Para todo aquel soldado que aún no se haya enterado, con la palabra “soldado” quiero definir a aquellas personas que pertenecen al numeroso grupo del hombre-masa de Ortega y Gasset, mientras que el guerrero representa al hombre superior nietzscheano. Por todo ello, no seas soldado, aprende como sea a ser un guerrero.



El camino del guerrero (por un samurai anónimo):



1. Carezco de padres: la tierra y el cielo serán mis padres.

2. Carezco de hogar: la conciencia será mi hogar.

3. Carezco de vida y de muerte: el ritmo de la respiración será mi vida y mi muerte.

4. Carezco de fuerza divina: la honradez será mi fuerza divina.

5. Carezco de riqueza: la comprensión será mi riqueza.

6. Carezco de secretos mágicos: el carácter será mi secreto mágico.

7. Carezco de cuerpo: la resistencia será mi cuerpo.

8. Carezco de ojos: el destello del rayo será mi ojo.

9. Carezco de oídos: la sensibilidad será mi oído.

10. Carezco de miembros: la presteza será mi miembro.

11. Carezco de estrategia: la lucidez –lo no oscurecido por el pensamiento– será mi estrategia.

12. Carezco de proyectos: coger la ocasión al vuelo será mi proyecto.

13. Carezco de milagros: la acción correcta será mi milagro.

14. Carezco de principios: la capacidad de adaptación a cualquier circunstancia será mi principio.

15. Carezco de táctica: la vacuidad y la plenitud serán mi táctica.

16. Carezco de talento: la agudeza será mi talento.

17. Carezco de amigos: mi espíritu será mi amigo.

18. Carezco de enemigos: el descuido será mi enemigo.

19. Carezco de armadura: la benevolencia y la virtud serán mi armadura.

20. Carezco de castillo: el espíritu inmutable será mi castillo.

21. Carezco de espada: la ausencia de interés propio será mi espada.



viernes, 5 de marzo de 2010

El Lenguaje del Mundo

“El lenguaje del mundo” es un término que me he permitido tomar prestado del escritor brasileño Paulo Coelho, utilizado en su libro El Alquimista. Con él, lo que pretende es definir a un supuesto lenguaje simbólico que puede ser entendido en cualquier parte del mundo, por cualquier persona.
Yo me voy a tomar la libertad de precisar en esta página, a modo de guía, aquellos puntos que considero esenciales para poder comunicarse con este poderoso lenguaje por todo lo largo y ancho de nuestro basto planeta. Podría llamársele también “Guía del viajero”, pero, qué quieren que les diga, “El lenguaje del mundo” suena mucho más bello y poético. Espero que pueda serle de alguna utilidad a algún intrépido viajero. Ni que decir tiene que agradeceré toda la ayuda que me ofrezcan para completar lo mejor posible la guía que a continuación comienzo:

1. Una sonrisa es la mejor carta de presentación. Nada que comentar.
2. Dirígete siempre con amabilidad. Aunque no se entiendan las palabras, hay que procurar que el anfitrión empatice con nosotros, y para ello no hay nada como la cordialidad y el buen ánimo en el trato.
3. Sé humilde. Deja el orgullo en casa; no puedes presentarte en un lugar que te es ajeno mostrando prepotencia y arrogancia, te rechazarían sin contemplaciones. La gente suele mostrar más simpatía a las personas sencillas.
4. Procura tener siempre algo que ofrecer. Es decir, sé generoso; las personas solemos, por naturaleza, desconfiar del extraño; si quieres recibir lo mejor de tus interlocutores, deberás antes mostrar tu buena voluntad.
5. No olvides el refrán: “Donde fueres, haz lo que vieres”. Es siempre el extranjero el que debe adaptarse al nuevo lugar; no esperes nunca lo contrario.
6. Antes de hablar, escucha y observa. Aprende los usos y costumbres de tus anfitriones y empatiza con ellos antes de pretender pronunciarte sobre cualquier asunto.
7. No comiences llevándole la contraria a tu anfitrión. Aunque no tenga la razón, lo más importante en un primer momento es la confraternización; ya habrá tiempo para discusiones. No olvides que el que juega en casa siempre juega con ventaja.
8. Recuerda la importancia de la primera impresión. Un mal comienzo podría suponer la diferencia entre una estancia feliz y placentera o un infierno de viaje.
9. Muéstrate abierto y receptivo. La gente no se fía nunca de las personas abstraídas y oscuras; dan la impresión de que ocultan algo.
10. Compórtate siempre con alegría y algo de ingenuidad. Los extraños suelen mostrarse más comunicativos y generosos con personas de este tipo.
11. Sorpréndete por cada cosa nueva que te enseñen. A las personas suele complacernos mucho el poder sorprender al visitante; no prives de esa ilusión a tu anfitrión.
12. Al mismo tiempo, sé respetuoso con todo lo que te sea extraño. Nunca te burles de las costumbres y rituales que sigan en el lugar donde te encuentres, ni de nada que tenga que ver con su cultura o religión. No olvides que lo nuevo y extraño no tiene por qué ser peor, tan sólo es diferente.
13. Acepta de buen grado lo que se te ofrece, y agradécelo. No le usurpes nunca a nadie el placer de dar, y no olvides tampoco el refrán “es de bien nacidos ser agradecidos”.
14. Y por último, cuando te toque ser anfitrión, trata al visitante como te gustaría que te tratasen a ti en su lugar.
Las personas que aprenden a hablar correctamente el lenguaje del mundo, tienen aseguradas todas las puertas abiertas allá donde vayan.