viernes, 13 de marzo de 2015

La paradoja del Libre Albedrío




La Tierra es un planeta evolutivo en el espacio y el tiempo de libre albedrío. No todos lo son. La cualidad del libre albedrío permite una evolución diferente, basada en el sufrimiento y el miedo; nadie podrá negar que, a estas alturas, ya todos sois unos grandes expertos en estos dos sentimientos o emociones.
El libre albedrío es considerado como una cualidad positiva, y no lo voy a negar, como herramienta evolutiva es inmejorable. Se podría definir como la capacidad del ser humano de decidir por cuenta propia en todo momento, y… ¿a quién no le gusta poder decidir por sí mismo? El caso es que esa capacidad de libre elección no siempre os conduce por el camino que más os conviene, de ahí que sean el sufrimiento y el miedo las emociones y sentimientos asociados a ella. Pero esa es otra historia.
Mi intención con este escrito es demostrar que no necesitáis tener tanto apego al libre albedrío que os define. La paradoja es la siguiente: necesitáis el libre albedrío para adquirir consciencia, para elevarla, y, sin embargo, a mayor consciencia menor libre albedrío. Un ser humano con muy baja consciencia, con una vibración muy densa, y con todo su libre albedrío, podrá hacer prácticamente lo que le de la gana, independientemente del daño que pueda ocasionarse a sí mismo o a otros seres. Podrá matar, violar, maltratar… sin que nada dentro de su propio ser se lo impida. En el momento en el que empieza a adquirir consciencia, a elevar su vibración, esa propia consciencia será la que le impida realizar determinados actos. Otro ejemplo menos extremo: una persona con poca consciencia sobre los alimentos, comerá siempre lo que quiera o lo que pueda, animales maltratados, comida basura, alimentos procesados,… independientemente del daño que se origine a sí misma o, indirectamente, a otros seres. Tomar consciencia de los alimentos y la nutrición le impedirá consumir muchos de los alimentos que antes consumía con total tranquilidad, ya que disponía de libre albedrío para ello.

En definitiva, la consciencia restringe vuestro libre albedrío. Pero esto, lejos de ser algo negativo, como puede parecer, es lo más maravilloso que os puede suceder. Al elevar vuestro nivel de consciencia os acercáis más a lo que sería vuestro propio Ser Superior, es decir, la consciencia os entrega a vuestra Esencia más elevada, os pone en sus manos, “ríndete y serás libre” decía el Buda, ¿en manos de quién podríais estar mejor que en las de vuestro propio Ser Superior? Porque sólo Él, es decir, Vosotros, conocéis lo que mejor os conviene, lo que más os acerca a vuestro auténtico propósito en esta vida. Así que desapegaos por completo de la cárcel que supone el libre albedrío y entregaos libremente a la voluntad de la Fuente, de la Providencia, porque esa es vuestra propia voluntad, aunque sea desconocida para vuestra mente egoica. Es la consciencia, y no el libre albedrío, la que os “obliga” de alguna manera a hacer sólo aquello que debéis hacer para alcanzar el propósito más elevado que esta vida os tiene deparado.