lunes, 25 de marzo de 2013

Cerebro-Corazón




       “Lo hizo de corazón”, “me habló con el corazón en la mano”, “de corazón a corazón”, “te lo digo de corazón”, “escucha a tu corazón”, “el corazón nunca se equivoca”...
       ¿Simples frases hechas? Pues según recientes publicaciones científicas de prestigio, parece ser que no (véase como ejemplo este artículo del periódico La Vanguardia). Según estas publicaciones, el corazón humano posee unas cuarenta mil neuronas, con sus circuitos neuronales incluidos, funcionando a pleno rendimiento independientemente del cerebro-mente, aunque interconectados, como todo en nuestro cuerpo. Podrían parecer pocas neuronas si las comparamos con los millones de ellas que posee el cerebro de la cabeza, pero si tenemos en cuenta que este cerebro-corazón no necesita recordar el pasado, ni imaginar ningún futuro, ni hacer elucubraciones extrañas, ni especular con la información, ni recurrir a creencias de todo tipo, ni nada por el estilo, ni tan siquiera pensar, resulta que son más que suficientes para su propósito.
       Al igual que el cerebro-mente se comunica con el exterior a través de los sentidos (lo que podríamos llamar el cuerpo físico) y trabaja con la información que recibe de éstos, el cerebro-corazón recibe la información que requiere a través de las emociones (cuerpo emocional). Este simple hecho hace que el cerebro-corazón aventaje sustancialmente en fiabilidad y efectividad a su homólogo superior, ya que está demostrado ampliamente que al cerebro-mente tan sólo le llega un cincuenta por ciento aproximadamente de lo que existe fuera de él, en el exterior, y que el resto lo recompone él solito utilizando sus recuerdos, expectativas, creencias, hábitos, pensamientos, etc.; es decir, que para el cerebro-mente, todo es relativo, de ahí la evidencia de que cada cual percibimos una realidad diferente, existiendo tantos mundos como personas vivimos en él.
       Con las emociones no ocurre lo mismo: éstas son las que son, nos gusten o no, y habitan en nosotros de manera inconsciente para el cerebro-mente, invisible para él en la mayoría de las ocasiones, pero inevitables. El cerebro-corazón nos proporciona las respuestas justas y necesarias que necesitamos en cada momento según estemos sintiendo esto o lo otro. ¿Cuál es el problema? Que con el tiempo, a medida que vamos creciendo, vamos perdiendo el saludable hábito de escucharlo, dejando prácticamente la totalidad de nuestras funciones en manos del cerebro-mente, con todas sus limitaciones y prejuicios. Es innegable que el cerebro-mente tiene una utilidad práctica muy necesaria e insustituible; sin él nunca podríamos haber llegado al nivel evolutivo en el que nos encontramos. Pero eso no quita para que aprendamos a darle su lugar como herramienta útil en determinados casos, en vez de dejarlo, como solemos hacer, como motor de todas nuestras actividades, decisiones y propósitos en la vida. El cerebro-mente es el responsable de que actuemos en contra de nuestros auténticos sentimientos, el que nos dice “qué dirán”,  qué pensarán”, “a ver si se molestan”, “es lo que hay”, “no podré”, “esto no me pega”, “ya lo haré más adelante”, “seguro que no funcionará”, “nadie lo entenderá”, “voy a hacer el ridículo” y un largo etcétera de excusas y más excusas con las que nos auto-convencemos y auto-obligamos a hacer o no hacer justamente lo contrario de lo que realmente nos apetece en cada momento y en cada situación. En resumen, el cerebro-mente suele impedirnos ser quienes realmente Somos.
       Por el contrario, el cerebro-corazón siempre nos impulsará a hacer lo debido, lo correcto para nuestro auténtico Ser, guste o no guste, pegue o no pegue, moleste a quien moleste, aunque no siempre sea lo esperado, ni deseado, ni tan siquiera por uno mismo, pero sí lo que en ese momento concreto necesitamos para encontrarnos en paz, en armonía, con nuestra propia naturaleza, ya sea pegar un grito de alegría, llorar amargamente, abandonar un lugar, dejar a determinadas personas, decir no, llamar a alguien, cambiar de trabajo, de actividad, de país, o lo que sea que sintamos en ese momento concreto. Si hemos olvidado cómo hacerlo, cualquier niño puede refrescarnos la memoria; ellos, al igual que nosotros cuando lo fuimos, saben mejor que nadie actuar según les dicte el corazón: lloran cuando tienen que llorar y ríen cuando tienen que reír, pueden cambiar de actitud en cuestión de segundos, sin recordar para nada lo que estaban haciendo unos minutos atrás. Sus mentes están libres de prejuicios, expectativas, planes de futuro, ni nada por el estilo que los bloquee ni les impida expresarse con entera libertad según sientan en cada momento.
       Evidentemente ya no somos niños, supuestamente tenemos más madurez, más sabiduría, más experiencias acumuladas, y todo este bagaje debería poder facilitarnos mejores respuestas ante cualquier situación. En cambio, continuamos sufriendo, enfermando, sin estar en paz, buscando soluciones dios sabe dónde... Pero seguro que todos conocemos a personas que parecen encontrarse en todo momento en un estado de relajación, pase lo que pase, que están en paz consigo mismos y con el resto del mundo. Y seguro que todos nos hemos dado cuenta de que suelen ser personas muy sensibles, personas que suelen obedecer siempre a sus intuiciones... es decir, que “escuchan a su corazón”. En el artículo citado arriba se exponen con claridad las distintas maneras con las que el cerebro-corazón se comunica, no sólo con el resto del cuerpo, sino también con todo lo que le rodea. Como viene ocurriendo con otros muchos campos, al fin parece que la ciencia empieza a acercarnos a todo ese conocimiento ancestral que tantísimos seres humanos a lo largo de la historia, y en el presente, han intentado demostrar de manera más intuitiva que empírica, no por ello menos valorable, por lo que se ve.
       La conexión entre nuestro corazón y nuestra mente es posible y necesaria, ambos deben funcionar de manera conjunta y sin interferencias; a mi parecer, este aprendizaje, o re-aprendizaje, es de vital importancia para todo aquel que desee de verdad mejorar sustancialmente su calidad de vida y llegar a ser quien realmente Es.
       Os lo digo de corazón.